Cuando meto la mano a mi bolsillo y no siento el celular la sensación de soledad es horrible...
Pero cuando buscas la billetera en cada rincón, una y otra vez y no la encuentras, la cosa es peor.
El aire empezó a faltarme. las manos se movían rápido, tormpemente revolviendo todo. La cabeza daba vueltas buscando pistas entre mis recuerdos mientras mis ojos registraban mi maleta.
No estaba. No estaba en la habitación. No estaba en el carro. No estaba en la maleta. PERO AHÍ LA DEJÉ! En los hoteles siempre dicen: NO DEJE OBJETOS DE VALOR. Y yo dejé el portátil sobre el escritorio y la billetera en la maleta. Pero el portátil sigue ahí. Calmáte! me decía una y otra vez. Respira y vuelve a empezar... A ver, a ver... NO ESTÁ!!!!
Cuando meto la mano a mi bolsillo y no siento el celular la sensación de soledad es horrible...
Pero cuando buscas la billetera en cada rincón, una y otra vez y no la encuentras, la cosa es peor.
A recoger los pasos. Bueno a recordarlos mejor... Fuimos aquí y allá, aquí la tenía, aqui ya no... Aqui no me acuerdo. Aqui la dejé. Y ya eran las 9 de la noche. El día siguiente llamé a todos los lugares a los que fui, aterrada con la idea de que seguramente no la había dejado, de que se había salido de mi bolsillo, de que la había olvidado en algún mostrador... Y la frustración que produce pensar que uno está tan loco que no identifica claramente recuerdos ciertos de recuerdos de lo que pudo ser pero no.
En todos los lugares me dijeron que no. No había ninguna billetera azul. Dejé mis datos para que por si acaso aparecía me contactaran. Ya me había resignado. Se había perdido para siempre.
Inventario:
Dinero: No mucho, pero todo lo que tenía.
Tarjetas del Banco: 2
Licencias de conducción: 2
Carnés: 4
Pendejaditas: Bastantes.
Todo se puede reponer.
Si claro, todo lo que el dinero puede comprar. Iba a ser un rollazo, pero se podía recuperar. De sólo pensarlo me cansé.
Ah, pero el dinero no puede comprar mis pendejadas.
Una carta de mi mamá, de su puño y letra, escrita en 2009.
Fotos: Mi hermana a los 18, para la cédula.
Yo y mi primer trabajo.
Mi mamá.
Mis amigos y amigas.
Tarjetas con buenos deseos.
Una frase de galletas de la suerte.
Una manilla artesanal hecha por uno de mis estudiantes.
Un par de lentes con un buen recuerdo. (Sólo los lentes, no la montura).
Unos centavos estirados de mis vacaciones en CA.
Además, a mi me gustaba esa.
Nunca reemplazaría estas cosas. Y además tendría que conseguir una nueva billetera y ser más cuidadosa.
No soy materialista, pero no me gusta que las cosas se pierdan por mi descuido. Y al tiempo. Además estaba lejos de casa, y cansada, y triste, y enojada.
Luego y de la nada, mientras pensaba que debería cargar mis documentos en un lugar más seguro y mis pendejadas dejarlas en casa para no perderlas, busqué la palanca para acomodar la silla hacía atrás y dormir un rato. Ya qué. Al mal tiempo buena cara, dicen por ahí.
De repente en lugar de palanca encontré mi billetera!!!
3 personas habían revisado el carro varias veces. Cada bolsillo, cada espacio; sólo hizo falta sacudirlo. No había billetera. Y luego de la nada y a la vista, ahí estaba ella. Sinverguenza billetera.
No les describiré la emoción. No hace falta. Sólo diré:
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH
:)